Un salmón coho desovando en un río del noroeste de Oregón. (Foto: Bureau of Land Management)
Salmones podrían perder capacidad de olfato por acidificación del océano
(ESTADOS UNIDOS, 12/21/2018)
Una nueva investigación sugiere que las formas en que el salmón coho procesa y responde a los olores, algo crucial para evitar a sus depredadores, detectar presas y encontrar su camino a casa, podrían verse afectadas por la acidificación del océano.
Un cardumen de salmones coho juveniles. (Foto: Alaska Sea Grant)
El estudio, realizado por el Centro de Ciencias Pesqueras del Noroeste, perteneciente a NOAA Pesca, y la Universidad de Washington (UW), muestra que este poderoso sentido del olfato podría estar en problemas, dado que las emisiones de carbono continúan siendo absorbidas por los océanos y la acidificación del océano está cambiando la química del agua, al bajar su pH.
"Los salmones utilizan su hocico para muchos aspectos importantes de su vida, desde la navegación y la búsqueda de alimentos, hasta la detección de depredadores y reproductores. Por eso, era importante para nosotros saber si el salmón se verá afectado por las futuras condiciones de dióxido de carbono en el ambiente marino", explica el autor principal del estudio, Chase Williams, investigador postdoctoral del Departamento de Ciencias Ambientales y de Salud Ocupacional de la UW.
El investigador Chase Williams toma muestras de agua para medir su pH en los tanques usados para estudios experimentales. (Foto: Universidad de Washington)
En esta investigación se adoptó un enfoque más integral que en un trabajo anterior con peces marinos, observando en qué parte del sistema sensorial-neural se erosiona la capacidad de oler de los peces y cómo esa pérdida de olfato cambia su comportamiento.
"Nuestros estudios e investigaciones de otros grupos han demostrado que la exposición a contaminantes también puede interferir con el sentido del olfato del salmón", señala Evan Gallagher, coautor del estudio y profesor de toxicología de la UW.
En las pruebas de comportamiento que se muestran en este video, los salmones juveniles contenidos en dos tanques separados estuvieron expuestos a un olor que normalmente provocaría una respuesta de miedo. En el primer clip, los peces huelen el olor que viene del lado izquierdo de cada tanque y evitan o se alejan de ese olor. En el segundo clip, los peces estuvieron expuestos a niveles más altos de CO2, lo que ha afectado su sentido del olfato. El pez no reacciona al olor una vez que se introduce en ambos tanques, lo que sugiere que su capacidad para oler resultó alterada..
"Ahora, el salmón se enfrenta potencialmente a un golpe doble por la exposición a los contaminantes y la carga adicional del aumento de CO2. Esto tiene implicaciones para la supervivencia a largo plazo de nuestro salmón", agrega.
El equipo de investigadores quería probar cómo los salmones coho juveniles que normalmente dependen de su sentido del olfato para alertarlos de los depredadores y otros peligros, muestran una respuesta de miedo al aumentar la concentración de dióxido de carbono en el agua.
Se espera que las aguas de Puget Sound absorban más CO2 a medida que aumenta el dióxido de carbono atmosférico, lo que contribuye a la acidificación del océano.
En el laboratorio de investigación de NOAA Pesca en Mukilteo, los científicos realizaron experimentos en tanques de agua salada con tres pH diferentes -el pH actual promedio de Puget Sound, el promedio estimado dentro de 50 años y el promedio previsto para dentro de 100 años-, y expusieron a salmones coho juveniles a estos tres niveles de pH diferentes durante dos semanas.
Cabeza de un salmón coho adulto. (Foto: Andy Dittman/Northwest Fisheries Science Center)
Después de dos semanas, el equipo realizó una serie de pruebas de comportamiento y neurológicas para ver si el sentido del olfato de los salmones estaba afectado. Los peces fueron colocados en un tanque de retención y expuestos al olor del extracto de piel de salmón, lo que indica un ataque de depredadores y, por lo general, hace que se escondan o naden.
Los salmones que estaban en el agua con los niveles actuales de CO2 respondieron normalmente al olor desagradable, pero a los que habían estado en los tanques con niveles más altos de CO2 no pareció importarles o no detectaron el olor.
Después de las pruebas de comportamiento, los científicos midieron la actividad neuronal en el hocico y cerebro de cada pez, específicamente en el bulbo olfativo donde se procesa la información sobre los olores, para ver dónde se había alterado el sentido del olfato. La señalización de la neurona en el hocico fue normal en todas las condiciones de CO2, lo que significa que es probable que los peces aún pudieran sentir los olores.
Pero cuando analizaron el comportamiento de las neuronas en el bulbo olfativo, vieron que el procesamiento estaba alterado, lo que sugiere que los peces no podían traducir el olor en una respuesta conductual apropiada.
Por último, los científicos analizaron el tejido de los hocicos y los bulbos olfatorios de los salmones para ver si la expresión genética también cambiaba. Así, encontraron que las vías de expresión génica estaban alteradas para los peces expuestos a los niveles más altos de CO2, en particular en sus bulbos olfativos.
Los resultados de este estudio fueron publicaron en la revista Global Change Biology.
INIDEP: radiografía de la temporada 2023 de langostino Argentina
El informe elaborado por Juan de la Garza detalla el desempeño de cada estrato de flota, las subas y las bajas, la distribución del crustáceo y el tipo de producción que puede esperarse en distint...